Tu vida doméstica estaba acompañada hasta hace una semana por este sonido:
El del silencio. Ahora es éste el que te acompaña buena parte del día:
Todo un cambio. Se podría decir que se ha roto el silencio en tu vida si no tuvieras en cuenta los años que llevas trabajando en la enseñanza pública y la contaminación acústica asociada a tu entorno laboral con muchachos como estos:
Así que mientras tratas de conciliar el sueño en un descanso de los ejercicios pulmonares de tu hijo, lo piensas dos veces y decides que tal vez es mejor aguantar los berridos de éste que los gritos de chavales a los que no has traído al mundo y sobre los que no tienes tanta responsabilidad. Por lo que decides seguir adelante con tu idea de estar un año de baja para cuidar de él a costa del erario público, al que tan fielmente has contribuido en los últimos tiempos.
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