domingo, 23 de agosto de 2009

LOS PADRES DE LOS AMIGOS DE MI HIJO SERÁN MIS AMIGOS

Es una máxima. Lo sé. Pero va a ser la constante en los próximos años. Hablaremos de pañales, de problemas domésticos, de los estudios de los niños, de sus juegos. Fascinante. Aunque lo más importante será hacerse amigo de padres influyentes para que mi niño tenga buenos enchufes cuando deba labrarse un futuro.

Por ejemplo, los vecinos del tercero, que han tenido un hijo hace cinco meses -el amiguito vecino. Son profesores de universidad. Interesante cuando el muchacho esté en la universidad -si es que llega. O si le da por hacer carrera investigadora en este país. Pero poco más.

La mejor amiga de mi mujer también va a ser madre. El marido es médico. Eso no estaría mal si no fuera necesario que el hijo tuviera, no sólo que llegar a la universidad. Sino que además, debería elegir Medicina y aprobar el MIR. Después ya. Buscar el contacto de éste, mi nuevo amigo -de momento aún no lo es- y colocar al hijo en una clínica privada -además de la plaza en el sistema público sanitario, claro. Aunque existe el peligro de que, tras una amistad tan esforzada, el niño salga oenegero, sude del MIR, se apunte a Medicos sin Fronteras y no le veamos el pelo nunca más. Así que no estoy muy seguro de cultivar esa amistad.

Tal vez sería mejor probar con el marido de mi prima, padre primerizo como yo, y titular de un despacho de arquitectura. Pero en esta ciudad todos son arquitectos. Y la contrucción parece una montaña rusa. Lo mismo el nene se hace presidente de un club de fútbol, como se arruina y tenemos que ir a visitarlo a la cárcel.

Así que creo que las dos mejores opciones son estas:

1) Un compañero de trabajo que, además de ser simpático y tener un hijo de medio año -que serviría porque se encuentran en el mismo año escolar-, se llama David Centauro. Con lo que conlleva de mitológico. Y ya se sabe que los centauros, esos esbeltos seres mitad hombre mitad caballo, representan la barbarie. Si tenemos un poco de suerte, se hunde la civilización occidental, mi hijo se hace asesor del hijo de David Centauro, y éste líder tribal en la nueva sociedad surgida de los escombros de la destrucción de la anterior y ya lo tengo colocado.

2) El mangui del barrio, que además es yonqui y padre, no de uno, sino de tres churumbeles. En sí, él no me interesa. Es un mierdecilla que vive del trapicheo y el pequeño hurto. Pero su jefe resulta más interesante. Ha tenido un hijo que se va a hacer amiguito de los churumbeles del mangui. Y él es padre joven. Y bien parecido. Ese en dos años -cuando se divorcie y tenga un galopante sentimiento de culpa hacia su hijo, a quien consentirá- se afilia a un partido político y maquilla su pasado. En diez le dan un carguito y a los veinte años -la edad perfecta para mi hijo- ya se ha convertido en un peso importante de la política local. Y ya tenemos a mi hijo, el amiguito, a un paso del mamoneo. Decididendo las plazas universitarias que ofertará el Estado, o los nuevos hospitales a construir, concedidos a despachos de arquitectura. Vamos, la síntesis. Siempre y cuando lo de David Centauro no sea viable.

martes, 18 de agosto de 2009

RALLY

Como cada semana, el rally "Casa de los abuelos".

Media mañana. Tiempos despejado. Previsión del tiempo: buena. Arrancamos motores. Rampa de lanzamiento en la portería de la finca. Primer problema: la barahunda de gente que circula a estas horas por las calles del centro. Esquivamos los obstáculos en movimiento gracias a las ruedas multidirecionales -eslálom perfecto- del bugaboo cameleon. Llegamos a la plaza Catalunya. Allí, la lucha por la sombra. Manadas de guiris sudorosos y colorados pretenden impedirnos el paso. Pero el carrito ejerce su función disuasoria y obtenenms una trabajada victoria.

Buen tiempo en la especial cronometrada que inicia el trayecto.

Primer pit stop: el ascensor que lleva a la entrada del metro. Allí, por cuestión de segundos, nos colamos a una familia de turistas que pretendían un acceso al transporte público más refrescante. Mala suerte.

-Cerrando puertas.

-Dirección vestíbulo.

-Abriendo puertas.

Segundo pit stop: las máquinas validadoras. Mecanica cibernética. Puertas abatibles de metacrilato. Tratamos de encajonarnos correctamente. Cuando las puertas delanteras se abran se iniciará la segunda cronometrada. Entonces un subsahariano trat de colarse detrás del carrito.

-No ves que no cabes.

Le grito.

-Cuélate detrás de otro.

Se enfada. Perdidos unos segundos preciosos en el conato. Mala salida.

Por eso perdemos el ascensor:

-Dirección anden.

A manos de una cincuentona con el carrito de la compra lleno hasta los topes. Hay que conformarse con un segundo puesto.

Tras el famoso "Abriendo puertas", nos colocamos en la zona central del anden. Preparados para la competición: "consiga un buen puesto en el vagón del metro. Se abren las puertas. Dejamos bajar a regañadientes. La tensión se hace irrespirable. Ahora. A subir. Una china se cuela por el espacio no cubierto a nuestra izquierda. Nos corta el paso. Mierda. Llegamos tarde. La zona habilitada para carritos del vagón, convenientemente señalizada, está ocupada por perroflautas sentados en el suelo. Pícnic de calimocho improvisado a las 11 de la mañana. Llegada al tercer pit stop fuera de control. Penalización. Carrito dificilmente ubicado junto a las barras verticales. Y encima, el can de los perroflauta, baboso, posible candidato a la gripe A, se acerca peligrosamente al carrito del bebé. Discuto con uno de los alterradicas, al parecer el dueño del perro. Que dice:

-Ke passa pavo. El perro no va cer ná.

Le recrimino lo del pícnic. Que roben el sitio para el carrito de mi hijo. Se desentiende. Crispación. Especial anulada.

Llegada a nuestra parada destino. El final del rally "Casa de los abuelos". El ascensor:

-Dirección vestíbul.

Estropeado.

Transporte a hombros de bugaloo por la escalera. Mi hijo cual emperador romano en su palanquín. Derrota final. Descalificación.

domingo, 9 de agosto de 2009

LIGAR CON PAÑALES

-¡Qué mooono! -dice la diosa que se ha sentado en el mismo banco que mi hijo y yo, que finalmente he decidido asumir mi paternidad así, en primera persona. Y me doy cuenta en ese instante de lo mucho que se liga con un crío en los brazos siendo hombre (extrañamente, no sucedería lo mismo si fuera mujer).

-Sí, no ha salido al padre -contesto para hacerme el gracioso mientras la mirada se me escapa hacia la línea que separa la minifalda de la muchacha de sus blancos, firmes y apetitosos muslos.

Ella ríe y baja la vista, vergonzosa pero coqueta, perfecto. Entonces puedo fijarme en las revistas que estaba leyendo hasta ese instante. Todas dedicadas a celebridades del cine y la moda.

-¿Eres modelo? -le pregunto mientras ella le hace carantoñas al renacuajo. En su nueva posición se puede valorar el generoso escote en su justa medida.

-No, doy masajes.

Al oírla me deshago en una de mis fantasías eróticas más punzantes.

-Pero me gustaría mucho trabajar en la moda o salir en televisión.

En ese momento me decido y se lo suelto, a ver si cuela.

-Pues mi hijo hace anuncios.

-¿Siiií? ¿Qué dices? ¿Tan pequeño?

-Bueno, anuncia pañales. Tumbado, eso sí. Porque aún no se aguanta en pie.

-Y ...¿qué te parece? -dice tomando al niño y colocándose de lado como si yo fuera una cámara de televisión. -¿Crees que podríamos aparecer juntos en un anuncio?

Estoy a punto de decirle que al menos yo si que estaría dispuesto a hacerla madre, pero de forma literal, cuando un sonido progresivo y rimbombante hace aparición en la escena: mi hijo se caga en los brazos de esa deesa que ha tomado el aspecto de una masajista.

Inmediatamente y con cara de asco, la muchacha me devuelve a mi hijo.

-Creo... creo que se ha hecho caca.

-Es que no ha podido evitar su profesionalidad como actor cuando has dicho que es como si estuvierais apareciendo en un anuncio.

lunes, 3 de agosto de 2009

ABUELAS

¡Plas, plas, plas!

-¡Despierta muñeco! ¡Despierta muñeco!

Vocea acompañada de fuertes palmadas mi madre, la abuela materna, frente al carrito de mi niño. Irritada porque después de una buena sesión de cochecito por la ciudad, el niño duerme plácidamente.

-¡Despierta muñeco!

¡Plas, plas, plas!

-Was geht? Yo no entenderrr.

Vuelve a intentarlo mi madre sin éxito ante la conmoción de la madre de mi mujer, la otra abuela, alemana.

Y pienso, no me extraña que usted no lo entienda señora. Pero yo sí, yo sí lo entiendo. Cada vez que escucho una palmada recuerdo los azotes de mamá por lo que ella afirmaba que era mi nerviosismo cuando en realidad era el suyo. Y pienso que la historia se repite, que pobre del crío con sus abuelas.

Cuando vuelvo a oír:

¡Plas, plas, plas!

-¡Despierta muñeco!

Y después, otra vez:

-Was geht?

Pienso que pasa lo de siempre, lo peor. Que su abuela es incapaz de estar tranquila ni cinco minutos. Y entonces el niño se despierta y se pone a berrear, desesperado. Y pienso, ya lo decía yo.